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Privatopía

Thomas More (1477-1535) introduce por vez primera la utopía dentro del imaginario occidental en 1516, a través de un juego de palabras a medio camino entre outopos (no lugar) y eutopos (buen lugar). Un lugar perfecto, sin lugar en el mundo, estructurado en dos conceptos fundamentales: En primer lugar, el aislamiento. More describe el fenomenal esfuerzo tecnológico de Utopus, mítico creador de Utopía, para eliminar las quince millas de tierra que unían la península de Abraxas al continente, fundamentando así la posibilidad de su isla. Un no-lugar, outopos, delimitado por el mar, a cuya peculiaridad geográfica se sumaba, en segundo lugar, la eliminación de las diferencias, en las cuales se podía localizar el origen de todo conflicto. Una aplastante homogeneidad social traducible a la forma de la ciudad: "La persona que conoce una de las ciudades las conocerá todas, puesto que son iguales hasta el extremo que las condiciones del terreno lo permiten".

Privatopía

Para definir la Privatopía contemporánea hemos de trasladarnos a los Estados Unidos de América, en un contexto socioeconómico caracterizado por la desaparición del estado del bienestar en las fauces del tardocapitalismo rampante, y la ruina del panorama político tras el asesinato de Kennedy en 1963 y el escándalo Watergate, destapado diez años más tarde. Privatopía surge en la literatura norteamericana designando a todo desarrollo urbano exclusivo, segregado del dominio público. A diferencia de los wards de Jefferson, repúblicas en miniatura en las que el arquitecto-presidente fundamentó el diseño de su nación en el XVIII, el principio de cohesión política se repliega apresuradamente en las tres últimas décadas del siglo XX.

La desregulación económica del tardocapitalismo provoca el colapso de lo público y las privatopías ofrecen un remedio enormemente efectista, que parte de la sublimación de la vida en comunidad defendida, entre otros, por Robert Park y John Dewey contra la metrópolis del industrial. Las privatopías ofrecen, ante todo, protección, y a la manera de Utopus, consiguen separar lo distópico a través del establecimiento de límites claramente definidos: Perímetros acorazados que dejan fuera lo bárbaro (beastliness), protegiendo lo selecto (bestliness).

Acto seguido, las privatopías emplean el subterfugio de la paz social para garantizar el control férreo de la individualidad mediante normas de comportamiento formales, objetivas y fácilmente comprensibles que se establecen como simples cláusulas en los contratos de compra de vivienda. Efectivamente, la igualdad que More pretendió es finalmente alcanzada a través del triunfo de la introspección. El precio a pagar ha sido plenamente asumido: El miedo y la exclusión son gratis.

Autores

Ewan McKenzie es profesor de Ciencias Políticas en la University of Illinois en Chicago. Como experto en la Constitución de los Estados Unidos y en Libertades civiles, McKenzie se especializa en el estudio del fenómeno de las Homeowners Associations, cuya difusión por los Estados Unidos en el último cuarto del siglo XX ha sido imparable.

Bibliografía

  • McKENZIE, Ewan. Privatopia: Homeowners Associations end the Rise of Residential Private Government. New Haven: Yale University Press, 1994.
  • FISHMAN, Robert. Bourgeois Utopias: The Rise and Fall of Suburbia. New York: Basic Books, 1987.
  • PARKER, Martin (ed.). Utopia and Organization. Oxford: Blackwell Publishing / The Sociological Review, 2002.

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